Si a la hora de comunicar, no tienes definido perfectamente un storytelling, deja lo que estés haciendo porque con un porcentaje de probabilidad muy alta, tu historia estará muerta antes de nacer. En los últimos años, la comunicación ha experimentado una increíble evolución que ha roto todos los paradigmas en cuanto a sus canales, medio de difusión y estructura, pero si hay un aspecto en el que se ha mantenido imperturbable a lo largo de los años, es en la importancia de tener un relato.
El storytelling se ha definido por algunos autores como ‘el arte de contar historias’, lo que refleja a la perfección su esencia. Ya sea al hablar de relaciones públicas, marketing, publicidad o periodismo, cualquier idea que se quiera comunicar, debe ir acompañada de un relato estructurado y definido que resalte su importancia y, sobre todo, genere en el lector o usuario un impulso por saber más.Dicho esto, el resto es más sencillo de lo que parece. Al igual que ocurre con una novela o un cuento, en cualquier nota de prensa, columna de opinión o spot publicitario se podrá identificar fácilmente una estructura definida: una introducción, que sirve como preludio de lo que se va a ver a continuación; un nudo, en el que se expone el mensaje principal que quieres que llegue al usuario y un desenlace que, ya sea en forma de conclusión o simplemente una clausura, da por finalizado el mensaje que se quiere emitir.

Y por supuesto, no pueden faltar los protagonistas y antagonistas que en toda comunicación mantienen su enfrentamiento. Estos, en muchas ocasiones, se ven representados en los problemas o inconvenientes comunes de la persona de a pie, frente a los que surge una solución para ‘salvar’ a los usuarios. Finalmente, la moraleja es la que se encarga de movilizar a las personas condensando lo sucedido en el relato.

Muchos pueden pensar que nunca serán extrapolables las características de la narrativa tradicional a la comunicación que derive de un nuevo producto que se lance al mercado. Pero quien piense eso, no puede estar más equivocado. Todo producto tiene o puede tener cientos de historias, al igual que una compañía puede crear infinidad de narraciones atractivas.

Al final, toda comunicación trata de emitir un mensaje que cree confianza, consiga llamar la atención e incluso, en muchos casos, despertar las emociones para movilizar al usuario, y todo eso, es prácticamente imposible de conseguir a no ser que cuentes una historia. Así pues, por mucho que pasen los  años, esta es a relevancia incombustible del storytelling.